Ocho años después: ¿el trabajo remoto mejoró nuestra calidad de vida?

Por: Paul Estrella

En 2017 escribí un artículo motivado por una conversación en México. Uno de los comensales contaba que pasaba cuatro horas diarias en el tráfico para ir y volver del trabajo. No pude evitar preguntarme cómo afectaba eso a su calidad de vida. Esa misma pregunta me siguió acompañando en cada visita a ciudades como Bogotá, Lima o Buenos Aires. Entonces empecé a experimentar con el trabajo remoto y a reflexionar sobre su impacto.

Hoy, ocho años después, muchas cosas han cambiado. Algunas, más de lo que imaginaba; otras, menos de lo que esperaba. Este artículo es una mirada a ese trayecto.

Lo que aprendí trabajando remoto todos estos años

Desde aquel primer experimento de 5 días fuera de la oficina, adopté el trabajo remoto como mi forma principal de trabajar. Aprendí a dominar las herramientas digitales, mantener una comunicación ágil y sobre todo, a estructurar mi tiempo con disciplina. Tener una agenda clara y un espacio de trabajo propio se volvió indispensable.

Pero también descubrí algo que no había anticipado: el tiempo libre no se regala al trabajo. Es fácil caer en la tentación de seguir produciendo, pero ese espacio debe reservarse para actividades no laborales, para la familia, para uno mismo.

En lo profesional, el trabajo remoto me abrió puertas con clientes y colegas en diferentes regiones. En lo personal, me ha permitido estar más presente. Sin embargo, también noté un costo: construir una red profesional sólida a veces se vuelve más difícil sin la interacción presencial. Es un desafío pendiente.

Lo que cambió con la pandemia

Cuando llegó la pandemia en 2020, para mí el ajuste fue mínimo: ya estaba trabajando en remoto. Lo interesante fue observar cómo miles de personas y empresas se vieron obligadas a adaptarse de golpe. La tecnología ya estaba lista. Lo que no estaba listo era el marco legal ni la cultura empresarial.

Durante esos años, muchos validaron lo que yo había experimentado: más eficiencia, menos interrupciones, mejor conciliación entre trabajo y vida personal. Pero también se revelaron nuevas verdades: no todos los trabajos son remotos, ni todas las personas se sienten cómodas con esta modalidad. Y en muchas organizaciones, el viejo paradigma de cumplir horario sigue imponiéndose sobre el de cumplir objetivos.

La evolución (lenta) en las empresas

En el campo tecnológico, trabajar con equipos remotos se ha vuelto normal. Ver a alguien conectado desde otro país en una reunión ya no causa sorpresa. Existe cierto voto de confianza, aunque todavía frágil, hacia quienes trabajan a distancia. Eso sí: el cumplimiento, la puntualidad y la profesionalidad son clave para que esa confianza se mantenga.

Sin embargo, seguimos arrastrando los mismos problemas de 2017: falta de legislación clara, culturas empresariales que aún desconfían del trabajador remoto y desconocimiento sobre cómo medir productividad en esta modalidad. Algunas empresas han visto en el trabajo remoto una oportunidad de reducir costos contratando talento en otras regiones, lo que también genera nuevos dilemas.

¿Qué entendemos hoy por calidad de vida?

Mi concepto de calidad de vida hoy es más claro. Se basa en tiempo compartido con mi familia, libertad para organizar mi día, menos estrés por traslados y más presencia en lo cotidiano. En ese sentido, mi vida ha mejorado mucho desde 2017. Ahora mi esposa también trabaja en remoto, y ambos disfrutamos del tiempo extra que hemos ganado. Eso sí, reconozco que debo usar mejor parte de ese tiempo: moverme más, salir más, vivir más allá de la pantalla.

A quienes están evaluando el trabajo remoto

Si estás pensando en dar el salto al trabajo remoto, te comparto esto:

  • Prepara tu espacio: crea un lugar dedicado solo para trabajar. Esto define tus límites y tu enfoque.
  • Aprende a organizarte: tu tiempo es tu mayor recurso.
  • Domina las herramientas tecnológicas: tus futuros empleadores ya las están usando.
  • Mejora tu inglés y tus habilidades de comunicación: te abrirán más puertas de las que imaginas.
  • Y sobre todo, sé profesional: la confianza que logras trabajando a distancia puede ser frágil, pero bien cuidada es muy poderosa.

¿Y dentro de ocho años?

El mundo hoy pinta muchas variables e incertidumbres: inteligencia artificial, automatización, crisis climáticas, transformaciones en el empleo. No sabemos qué pasará, pero sí sabemos que la adaptabilidad es clave. Lo que comenzó como una necesidad técnica, se convirtió en una oportunidad humana. Que no se nos olvide: no se trata solo de trabajar desde casa, sino de trabajar con sentido, con equilibrio y con propósito.

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