¿Si hacemos la rueda redonda caminará mejor? ¿Qué sigue inventar el fuego?
Do it yourself – DIY o hazlo tu mismo en español es una práctica que promueve que fabriquemos o reparemos las cosas por nosotros mismos, sin tener que comprarlas hechas o recurrir a un centro especializado.
No es una filosofía nueva ni nada que no hayamos hecho en algún momento de nuestras vidas, siempre hay una actividad aunque sea pequeña que la hacemos por nosotros mismos, el reparar las cosas en nuestros hogares, cocinar por primera vez o tomar una herramienta y reparar el motor de nuestro auto.
Lo interesante del movimiento detrás de esta filosofía es el grado de extremismo al que se puede llegar con el fin de no depender de terceros para hacer lo que requerimos.
El caso más notorio es el de la cultura punk, donde algunas bandas grababan sus discos en sus casas con equipos no profesionales, siendo ellos mismos quienes producían sus álbumes, los mercadeaban, los vendían y organizaban conciertos en lugares donde tuvieran total independencia para su mostrar su creatividad musical. ¿Qué salió de eso? Bueno yo en mi mente tengo al menos dos grupos Sex Pistols y Ramones, los más fanáticos del punk sabrán completar esta lista y quizás ubicar a grupos más extremistas que estos dos.
Pero, ¿Por qué estamos hablando de esta filosofía?
Hay un movimiento que ha tomado fuerza desde el lado de la tecnología y que nace de la filosofía hazlo tu mismo, «El movimiento Maker».
La persona que inventó este término fue Dale Dougherty, quien es uno de los fundadores de la editorial O’Reilly media, muy conocida dentro del ámbito tecnológico por sus publicaciones. No es que la palabra «Maker» no existiera, sino el contexto que se le da en estos momentos en la comunidad de la innovación y la generación de producto. Decir que eres un Maker es una forma de puntualizar que tu objetivo no es solo hacer las cosas por ti mismo, sino que en el camino vas a intentar crear algo que no existía utilizando todas las herramientas que la tecnología tenga disponibles en este momento.
El ser un «Maker» (se pronuncia meiquer) es una expresión de pasar de lo intangible a lo tangible. Un desarrollador de software, por ejemplo, es una persona que crea todo el tiempo cosas nuevas plasmadas en código, pero para ser un Maker aún le falta complementar su trabajo con los átomos al igual que con los bits.
En la tecnología ya hubo un momento de revolución asociado con la filosofía DIY, el Homebrew Computer Club que inició en Silicon Valley en 1975, donde se reunían periódicamente ingenieros en electrónica, programadores de computadoras y aficionados. En este espacio conseguían partes, circuitos e intercambiaban información sobre cómo construir dispositivos electrónicos y computacionales, en sus filas estaba Steve Wozniak, el que para muchos fue el padre de la computadora personal. Su trabajo con la Apple I es fiel a la filosofía del Homebrew Computer Club, un ordenador que permitía al usuario final trabajar en él agregándole algunas de sus partes, la fuente de poder, el teclado, el interruptor de encendido. El cierre vino después de la mano de Jobs.
La moraleja de esta historia es que los grandes productos y la tecnología que necesitamos para cambiar el mundo, podría no solo estar en los espacios académicos o en los centros de investigación, también puede salir de la cultura Maker en espacios que generen este tipo de innovación.
Dónde entran las impresoras 3D en todo esto
Después de escribir un artículo sobre la impresión 3D, me di cuenta que era igual de importante hablar de la cultura Maker. La impresión 3D como proceso de manufactura es usado por miles de empresas que ya hacen producto en todo el mundo, la «democratización» del proceso se da en momentos en que una impresora 3D se puede poner en un escritorio a un costo muy accesible. En ese momento ya no necesitamos ser gerentes de producto o diseñadores industriales, la fabrica puede ser nuestro hogar y el producto lo que tengamos en mente.
Era lógico que un proceso así se integre a la cultura Maker, pero no es el único. Otros procesos de manufactura y equipos que ya existían, también se están democratizando, el corte láser, la fabricación asistida por CAD, maquinas de torno, etc. Piensen en cualquier máquina y se darán cuenta que hay una versión de mini-taller.
Una revolución no se genera si no hay líderes, y en nuestro caso no se genera si no existen los espacios. Esos espacios son los Fablabs.
Un Fablab o Fabrication Laboratory, es un espacio establecido para que un entusiasta pueda producir un objeto desde cero. Para ello cuentan con diversos equipos de manufactura que permitan «construir casi todo». ¿Tienen impresoras 3D? Claro que las tienen, pero no se equivoquen, la estrella del show es la cortadora láser, cuando la usan por primera vez pensarán que solo existe el amor al primer corte.
Tan importante como la existencia de un fablab para un Maker, es su filosofía. La misión de un fablab es la de establecer un espacio que favorezca la creatividad, dotando a los entusiastas de las herramientas de fabricación digital para llevar a cabo su cometido. En este proceso no hay restricción de acceso, cualquier persona puede ir a un fablab y convertirse en un Maker. En un fablab no existen los títulos universitarios ni técnicos, lo importante es tu deseo de crear y de hacer algo nuevo. En una ocasión un amigo al que le conté acerca de AsiriLabs, el fablab que hay en Guayaquil, me dijo «No se si deba ir porque no tengo título», le dije que no era necesario y lo recalco, las ideas las puede generar cualquier persona la diferencia está en dos cosas: el deseo de satisfacer la curiosidad y las ganas de emprender.
Los fablabs tienen como regla enseñarte a usar sus equipos, es parte de la seguridad, lo que hagas a partir que aprendas lo básico depende enteramente de ti, lo importante es que un fablab también es un espacio de co-working1 y entre entusiastas se comparten ideas, datos de donde comprar partes, materiales o cómo mejorar un proceso de construcción. En algunos fablabs personas externas colocan peticiones en una cartelera para que les fabriquen cosas específicas, cualquier miembro del fablab puede cerrar el negocio y fabricarlas, así que esta puede ser una fuente también de generación de ingresos.
Muchos fablabs requieren que el usuario pague una membresía o suscripción para el uso de sus equipos, lo normal es que se pague un valor mensual y que uno pueda usar cualquier equipo del laboratorio cuando lo requiera (siempre que esté disponible). Hay algunos fablabs que fungen de incubadoras y en ocasiones comparten los créditos de un invento o un producto.
Llegado a este punto siento que es necesario darle parte del crédito al open source. En mi opinión, muchas de estas tecnologías, pero principalmente la filosofía detrás del DIY y de la cultura Maker no serían posibles sin el open source. La compartición de software y de esquemáticos han cambiado radicalmente al mundo y han permitido que exista una base para emprender nuevas ideas y nuevos proyectos. Muchos de los nuevos inventos que se crean en los fablabs de todo el mundo dependen de información existente y que está disponible para todos. Aquí juega un papel importante el internet, los proyectos de documentación y por supuesto las soluciones de software de código abierto. Sin esos recursos, la cultura Maker seguiría siendo un simple «Do it yourself» que fabrica juguetes de madera, en lugar de hacer prótesis inteligentes con sensores y movimiento programado.
«La información lo es todo»
Siento que se me escapan muchas cosas, quisiera hablar de los tutoriales que uno encuentra en youtube, de como la electrónica se va metiendo con fuerza en la generación de producto gracias a proyectos como Arduino, entre otras cosas. Al igual que mencioné en mi artículo anterior acerca de la impresión 3D, la cultura Maker es un mar y uno que está creciendo formando una gran ola.
Al decir esto vuelvo a repetirme que nada de esto es nuevo, entre 1880 y 1910 ya existió un movimiento denominado Arts and Crafts movement. Era un movimiento destacado por la fabricación artesanal y el uso de lo simple, y fue una reacción a la producción industrial y al uso de maquinas para reemplazar a la mano de obra. De cierta forma hay un paralelismo con la corriente actual y es la de tratar de rescatar al ser humano de la automatización y ponerlo al principio de la cadena de creación, siendo participe hasta el final.
¿Eres tu un Maker? Si te pasa como a mi, que al bajar al patio y encontrar las bases de la parrilla dañadas porque seguramente el fabricante las diseño mal, siento la necesidad de diseñarlas mejor, ir al fablab, imprimirlas en 3D, regresar a casa colocarlas y darme cuenta que resolví el problema, entonces si hay un Maker en tí; pero eso no es todo, un Maker le da rienda suelta a sus ideas y seguramente pasará más tiempo que yo fabricando algo, por ahora mi misión es contarte todo esto para que te animes.
En el artículo anterior incluí enlaces a locaciones de fablabs, en este lo vuelvo a hacer y además les añado información sobre el Maker Faire, ¿Qué es? Eso se los dejo a ustedes.
– Fablab Wikipedia
– Fablabs.io
– Maker Faire
Notas
1.- Co-working.- Co-working es una forma de trabajo que permite a profesionales independientes, emprendedores, y pymes de diferentes sectores, compartir un mismo espacio de trabajo, tanto físico como virtual, para desarrollar sus proyectos profesionales de manera independiente, a la vez que fomentan proyectos conjuntos.