Cuando la tecnología nos brinda los recursos para materializar esas locuras que se nos ocurren.
Escrito por:Juan Pablo Bustos
Antes que nada cabe aclarar que soy un tanto especial en cuanto mis intereses, de hecho y sin exagerar, en algún momento me planteé seriamente a la hora de escoger de «qué vivir» que mi actividad principal fuera la música.
Mucha agua pasó bajo el puente y finalmente éste mundillo de unos y ceros me fue atrapando, y terminé dejando a la música como una afición a la cual destinar los pocos minutos libres que pueda llegar a tener.
Recuerdo allá por 1999 estar en la casa de un amigo (el cual casualmente también tomó éste rumbo y hoy está trabajando para una empresa en San Francisco) y que el mismo me mostrara un nuevo software llamado Cakewalk Pro Studio.
La particularidad que tenía éste software era que permitía secuenciar MIDI sin la necesidad de ningún controlador (llamese teclado o cualquier otro dispositivo capáz de «disparar» eventos MIDI), convengamos que a primera vista el hecho de representar cada nota con un click resultaba un poco más que tedioso. Sin embargo en la adolescencia el tiempo era lo que abundaba y con el interés que me despertaba le dediqué varias noches.
Recuerdo que la primera grabación que realizamos fue utilizando un mic genius de 3 U$S, una guitarra española (si se le podía llamar guitarra a esa «cosa») y un teclado casio… sin comentarios sobre el teclado… donde lógicamente el resultado fue bastante «precario» (por no decir desastroso).
Fueron pasando los años y aparecieron en el mercado una gran variedad de herramientas para generar música, entre ellas varias open source bastante buenas, y a medida que fueron evolucionando también fueron evolucionando los resultados obtenidos, de pasar del sonido del sintetizador de una tarjeta de sonido onboard (lamentablemente no disponía de las tan codiciadas sound blaster con capacidad de sound fonts) a obtener resultados bastante aceptables.
Y así fue que un día pude adquirir un multiefectos con salida USB, el cual gracias a ésta interfaz podía actuar a modo de «tarjeta de sonido» y lograr un muestreo mucho más fiel (24bits contra los 16bits nativos de la placa onboard) además de tener todos los chiches como ser simulación de amplis y speakers.
Por lo que una cosa llevó a la otra, por un lado teníamos el software que me permitiría plasmar esas ideas músicales que venía arrastrando desde mi adolescencia, por el otro teníamos un par de guitarras y finalmente, teníamos el multiefectos que permitiría conseguir una calidad aceptable en el resultado final.
Recuerdo que la elaboración del midi me tomo alrededor de 2 semanas (en ese entonces seguía con la técnica del mouse para dibujar cada nota en el pentagrama) y la grabación alrededor de 7 horas.
El resultado final si bien no es ni cerca el de una grabación profesional, significó para mí la satisfacción de que pueden convivir las facetas tanto del músico como el de profesional de sistemas, está bien, quizás ya no toque en bares ni mucho menos, pero al menos me puedo dar el gusto de tocar y componer.
La lectura que hago yo de ésta experiencia es la de los beneficios que va acercando la tecnología y la evolución de ésta misma para ramas tan dispares como pueden ser la música, la ingeniería, la medicina, etc…
Sin ir más lejos, alejémonos seis o siete décadas en el pasado, cuando todavía no existía la guitarra eléctrica tal cual la conocemos, ni hablar de amplificadores, consolas y demás.
Definitivamente no hubiera podido realizar ésta tarea.
Por cierto, acá la grabación en cuestión: La terminal / JP y sus cabezas de flan
Salu2